Aristóteles y la Democracia Mexicana

 

ugReseña:

 

Este documento presenta a manera de análisis la concepción aristotélica del concepto “Democracia[1]”, a la par que hacemos un parangón con la concepción Mexicana del mismo concepto, o el uso que de dicho vocablo hacemos los mexicanos, para finalizar con un análisis reflexivo  respecto del camino que, como pueblo basa su sistema político en una singular idea de democracia y como nación.

 Oscar Eliseo Ballesteros Ávila

Estudiante de la Licenciatura en Derecho

División de Derecho, Política y Gobierno

Universidad de Guanajuato

Correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.

Sumario:

I. Democracia; un concepto no siempre bien recibido – II. Igualdad – III. Soberanía y ley – IV. Sobre el gobierno perfecto – V ¿Aristocracia mexicana? - VI. Reflexión final.

 

  1. I.              Democracia; un concepto no siempre bien recibido.

Para comenzar, es necesario reconocer que son muchos los pensadores que sostienen que la mejor de las formas de gobierno es la democracia, y hasta la fecha pareciera que sobran argumentos para defenderla, bastaría con ver las marchas a las que miles de mexicanos se unen, bajo la bandera de la defensa de la democratización en nuestro país; sin embargo, a pesar de que nos cueste trabajo admitirlo, debemos entender que las mayorías no tienen siempre la razón, ni debemos creer que todas las teorías del pensamiento político defienden a la democracia; podemos poner como ejemplo las teorías elaboradas por Platón y Aristóteles, quienes concebían a la democracia de forma negativa.

Pero; ¿Será factible que el mexicano, despreocupado, separado de sus gobernantes, con desconfianza en sus instituciones crea que la democracia, ese precepto político que siempre ha defendido es una mala forma de gobierno?

  1. II.         Igualdad

Para empezar, cabe hacer la aclaración de que para Aristóteles, a diferencia de cualquier mexicano, la democracia no es una buena forma de gobierno y si bien existen diversos tipos de democracia, la esencia de ella radica en la igualdad; de tal forma que igualdad y democracia deben coexistir, a tal grado que podemos afirmar que la primera depende de la segunda, y pareciera lo correcto, esto en conformidad con diversas manifestaciones que el pueblo mexicano ha tenido últimamente, en las que se sostiene la idea de que la voz del pueblo debe estar por encima de lo demás; pero al respecto ¿Podemos incluir el ejemplo Mexicano en alguna de las categorías que propone Aristóteles para el concepto “democracia”?

Sostiene el pensador Griego en su obra, La política:

“…la primera democracia es la que se funda sobre todo en la igualdad; e igualdad según la ley de dicha democracia consiste en no sobresalir más los pobres que los ricos, ni tener la autoridad unos u otros, sino ser iguales ambos pues si la libertad se encuentra principalmente en la democracia como piensan algunos y también la igualdad, esto se puede lograr en especial, si en especial todos participan por igual en el gobierno. Y puesto que el pueblo es la mayoría, y prevalece la opinión de la mayoría, necesariamente ésta es una democracia.”[2] 

 Partiendo de esto, podemos descartar a México dentro de la primer categoría aristotélica de democracia, pues salta a la vista que si bien, el gobierno hace uso de su poder para elegir a sus representantes, podemos observar ciertas desigualdades dentro de los individuos que conforman al pueblo, tal es el caso de las diferentes oportunidades que tienen para aspirar a un puesto de representación popular los individuos de altas esferas sociales en comparación con las personas que sufren de recursos escasos (Sin mencionar el gravísimo problema que representa la partidocracia en nuestro sistema político).

Si bien para Aristóteles el tener una forma de gobierno democrática no es precisamente una virtud, no creo que existan argumentos suficientes para celebrar que en México existan esas desigualdades,  aunque bien se pudieran entender de maneras menos radicales que las que pudiesen tener los demagogos.

  1. III.        Soberanía y Ley

Sin embargo, la democracia mexicana no sufre de una categorización sui generis puesto que se acopla a algo que más adelante menciona Aristóteles y es el hecho de que la soberanía supere a la ley, es decir que la voluntad del pueblo sea superior a lo que la ley fija.[3]

¿Será cierto esto en México? ¿De verdad existe voluntad individual superior a la voluntad de la ley en nuestro país? Creo que ambas preguntas se responden, por desgracia, por sí solas.

Aristóteles culparía de éste fenómeno a la demagogia, así como a los aduladores, pues afirma que el pueblo que gobierna en masa no tiene por qué ser la mejor forma de gobierno; pero transportándolo al contexto del presente trabajo; ¿Pudiéramos decir que en México existe una demagogia?

Pongamos un ejemplo tangible en la actualidad que vive nuestro país:

Por un lado, tenemos la iniciativa sostenida por el PVEM (Partido Verde Ecologista de México) consistente en defender la figura de la cadena perpetua a secuestradores; al parecer aceptada por una parte de la población en nuestro país, tal vez por la lamentable y creciente ola de violencia que se ha suscitado en México en los últimos tiempos, corroborada en un sin fin de “spots”  publicitarios; mientras que por el otro lado existe la ratificación de más de un centenar de tratados internacionales Firmados y ratificados por el senado en materia de derechos humanos, contrarios a esta disposición; además de la existencia de un tratado en materia penal, universalmente aceptado; escrito por Cesare Beccaria[4] que señala que el aumento de las penas no disminuye la cantidad de crímenes que se llevan a cabo.

Pero ¿Éste será un ejemplo que compruebe la existencia de la imposición (o al menos la pretensión de imponer) de la voluntad del pueblo sobre la ley?

La esperanza que tiene México de responder de forma negativa a ese cuestionamiento la tiene en que la iniciativa de ley hasta la fecha sigue como solo eso, como una iniciativa y no ha pasado a formar parte de la maquinaria legal del país.

Tal vez los legisladores mexicanos ya se han percatado de ello y pretenden mediar la situación haciendo uso de la sobre regulación, fenómeno que ya vivimos en México; donde el Derecho es utilizado para prácticamente todo, y para casos nuevos se emplean normas nuevas, en lugar de aplicar la subsunción del caso concreto a la ley existente.

Por otro lado, existen ciertas prácticas demagógicas que el gobierno mexicano ya lleva a cabo, por ejemplo el seguro popular, implementado en 2001 por el gobierno del presidente Vicente Fox que sigue vigente, que si bien, debido a sus ventajas sociales no ha reportado demasiadas quejas.

 

  1. IV.   Sobre el gobierno perfecto

 

 Para Aristóteles, el gobierno perfecto recae en una aristocracia, en donde el que gobierna sabe gobernar y el que es gobernado sabe cumplir con su papel; de nuevo encontramos a México en un plano muy diferente al que plantea el filósofo griego.

Y es que aquí es preciso entrar a un tema cuanto más debatido; para un mexicano ¿Qué es saber gobernar? Y una mejor pregunta ¿Quién es un buen ciudadano?

Con desdén podemos observar que el mexicano considera un buen gobernante a aquel que tiene “experiencia” comparando la experiencia con el “tiempo” que lleva gobernando, como si el simple transcurso del tiempo hiciera de una persona mejor o peor en el puesto que desempeña, teoría que al parecer comparten algunos políticos, quienes se escudan en ésta idea para detentar el poder por aún más tiempo.

Pareciera también que para los mexicanos un mejor buen gobernado es quien obedece; quien hace lo que se le manda sin cuestionarse, quien no razona los mandatos que se le hacen o peor aún, quien de todo reniega o quien se queja de todo; pareciera que al mexicano en éste sentido le gusta caer en los extremos, cuando, acertadamente sostiene Aristóteles, se debe buscar un punto medio para obtener una virtud.

Y es quizás ese punto medio el que nos hace falta como nación, en la que seguimos distinguiendo entre derechas e izquierdas como si todo fuera blanco o negro, ignorando los matices medios; o quizás peor, ignorando que en México las “izquierdas” forman parte del sistema que mengua oportunidades, así es, ¡del mismo sistema que tanto parecieran criticar!

Es aquí donde debemos hacer hincapié en que el despertar mexicano no debe ser solo para una corriente del pensamiento, y no debemos descalificar a quien no la comparta, pero aún nos falta averiguar si la cultura del mexicano tiene espacio para el dialogo, para la participación y para la aceptación de ideas contrarias a las nuestras.

Poco haría un servidor en hacer mención de la división cultural que se sufre en México por el fanatismo que los mexicanos creemos que debemos demostrar para dar a entender nuestra convicción, sin embargo, debo tomarla como referencia para indicar el camino que estamos tomando equivocadamente como país, para recordar que pase lo que pase con la situación electoral que estamos viviendo debemos saber exigir y responder a los gobiernos venideros, despertar sí, pero despertar unidos.

 

  1. V.        ¿Aristocracia Mexicana?

En este punto me siento obligado a diferir de la opinión que Aristóteles pudiera considerar respecto del tipo de gobierno que él creía perfecto, así como de las oportunidades que tiene de llevarse a la práctica; la posibilidad que pudiese tener México de prosperar bajo el régimen de una aristocracia, mis razones son las siguientes.

Esa concepción es claramente contraria a todo lo que México aspira, de entrada por que supone desigualdad, una desigualdad de la que México ya está cansado; una desigualdad que marca y lesiona nuestra unión como mexicanos, donde, al parecer, lo que queremos es desaparecer las abismales diferencias de clases y no justificarlas, aunque pareciera que los únicos que dejan al pueblo sin clases son los profesores que se manifiestan de maneras lesivas para sus alumnos, urge un cambio, pero un cambio benéfico, no un cambio por el simple hecho de serlo.

 

  1. VI.          Reflexión final

Este espacio tal vez no sea suficiente, si quisiera referirme a fallas en el sistema que rige al estado en México, y tal vez no sea el más adecuado para hacer notar ni para dar a entender el punto al que quiero llegar, pero si es el indicado para alzar la voz y decirle a las personas que México está floreciendo, a pesar de la sequía, a pesar de la violencia, a pesar de lo mal que esté el sistema, que para el mexicano hay esperanza si sabe hacer lo que le corresponde, si sabe actuar, si sabe pensar.

Fijemos entonces, nuestras metas, para que nuestro camino sea el mas claro, el correcto, el mejor. Alcemos nuestras voces en pos de lo que México necesita, olvidándonos de egoísmos solipsistas, y velando por nuestros semejantes, para que podamos con orgullo volver a sentir el patriotismo verdadero, para que podamos sentirnos auténticos mexicanos.

 

BIBLIOGRAFÍA:

 

Aristóteles, “Política”, cap. IV: “especies diversas de democracia”, p. 85

http://usuarios.multimania.es/politicasne/documentos/politica.pdf, 20 de junio de 2012.



[1] Palabra proveniente de los vocablos Demos (Que quiere decir “Pueblo”) y Krátos (Que significa poder o gobierno).

Aristóteles, “Política”, cap. IV: “especies diversas de democracia”, p. 85, Consultado en el documento http://usuarios.multimania.es/politicasne/documentos/politica.pdf el 20 de junio de 2012.

[3] Ídem.

[4] Para un mayor análisis de éste argumento, recomiendo leer: Beccaria, Cesare, “De los delitos y de las penas”, 1763, Milán, Italia.