Partidos por los Votos

delasalleRESEÑA:

El sistema económico neoliberal está basado en el individualismo. La política de los partidos políticos se inserta en la dinámica de los mercados, haciendo del ejercicio político una estrategia publicitaria para mantenerse en el poder. El individualismo propicia indiferencia e insensibilidad social. En cambio, la participación ciudadana en un país democrático implica la toma de conciencia ante las necesidades de los más desfavorecidos, generando propuestas colectivas para la resolución de los problemas que más nos afectan.

 

ABSTRACT:

The economic neoliberal system is based on the individualism. The politics of the political parties is inserted in the dynamics of the markets, doing of the political exercise an advertising strategy in order to keep the power. The individualism produces indifference and social insensibility. On the other hand, the social participation in a democratic country implies taking conscience about the needs of the most disadvantaged, generating collective offers for the resolution of the problems that more affect us.

Palabras clave:

Partido político, individualismo, participación social

KEY TERMS:

 Political party, individualism, social participation.

 

 

Dr. Oscar Velázquez Herrera

Profesor

Coordinador del Diplomado en Análisis Interdisciplinario de la Realidad

Universidad de Lasalle Bajío

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La sociedad mexicana posee una  marcada desigualdad y pobreza. La gran mayoría de los habitantes viven en las ciudades, pero esto no ha sido el reflejo del progreso esperado para todos. El sistema neoliberal ha permitido el crecimiento económico de manera inequitativa, la mentalidad implícita en nuestra sociedad ha incorporado el modelo consumista que va en búsqueda de la satisfacción de las necesidades fabricadas por la dinámica del mercado imperante. Lo más delicado ha sido la mentalidad individualista que se apoya y refuerza en los mercados segmentados, en los estilos de vida, en los prototipos de confort y en la distinción social. Aún más grave, como dice Cornelius Castoraidis: What is wrong with the society we live in is that it has stopped questioning itself. [1]

El individualismo en nuestra sociedad no ha favorecido la construcción de un país más justo y equitativo; antes al contrario, han proliferado actitudes de división y de protección de los intereses individuales sobre los colectivos. La política se inserta en la mentalidad individualista, la nutre y saca provecho de ella. Primero, la nutre fomentando  maneras de pensar, estilos de vida, ideologías y sobre todo, con formas de ver la realidad social, que en muchas ocasiones se convierten en caprichos, más que en análisis sociales serios y fundamentados. Para la mayoría de las personas es difícil construir un criterio propio a través de un análisis social integral, por eso, los partidos aprovechan imponiendo ideologías a través de mecanismos publicitarios que conllevan  análisis parciales y juicios tangenciales, pero son los que finalmente alimentan el aparato crítico de la mayoría de la gente. De esta forma, es muy difícil a un fanático de un determinado partido el potenciar otra óptica de pensamiento, ya está tan ideologizado al punto que cree que esa es su propio criterio. Lo que aquí se constata es que el propósito de lo publicitado se ha cumplido.

 

En segundo lugar, la política saca provecho de la mentalidad individualista a través de la publicidad vendiendo la imagen de un candidato y de su partido político. El ejercicio democrático del sufragio se reduce a la venta de cualquier producto, en donde gana el que vende más. Como dice Sartori: la televisión personaliza las elecciones. En la pantalla vemos personas y no programas de partido […] En definitiva la televisión nos propone personas en lugar de discursos.[2] No se venden ideas, no se fomenta una reflexión crítica, sino que se imponen formas de ver la realidad, es más, el candidato es presentado como un producto que ofrece satisfacer una necesidad; entonces, esto engrana muy bien con una sociedad de sensaciones y de consumo de lo inmediato.

 

La mecánica de reestructuración social de los partidos políticos ha cambiado a lo largo de la historia. En época de Plutarco Elías Calles, ante la urgencia de garantizar el orden en la sucesión presidencial de los caudillos, legitimó el poder a través de la creación del Partido Nacional Revolucionario en 1929. Lázaro Cárdenas por el contrario, disminuyó la influencia de los caudillos y del ejército en la toma de decisiones; para ello, se apoyó en los campesinos y en los obreros, corporativizando al transformado Partido de la Revolución Mexicana en 1938. En ese mismo año se funda el Partido Acción Nacional sin ninguna posibilidad de lograr algún cargo electivo. El partido oficial se transformó nuevamente en 1946, durante el último año del periodo presidencial del general Manuel Ávila Camacho, tomando el nombre de Partido Revolucionario Institucional (PRI), en donde el sector militar es retirado casi completamente de la influencia política.

En la actualidad, los partidos políticos están insertos en todos los estratos sociales.  Ahora lo que se busca son los sectores disconformes o desatendidos, los espacios de oportunidad: los jóvenes, los estudiantes, la tercera edad, las mujeres, los católicos, los protestantes, las minorías, etc. son sectores que generan controversia, y sobre todo, de adeptos y votantes. El mecanismo empleado hoy depende de las estrategias mercadológicas y publicitarias verificadas por los índices de satisfacción de las promesas ofertadas. Se desviven los partidos por los votos.

 

La sociedad fragmentada, dividida por el individualismo nutrido de la política de los partidos está desgastada por las promesas incumplidas y ansiosas de esperanza en un Mesías restaurador de la paz. Pasan las elecciones y todo vuelve a la normalidad y a la desilusión ante los problemas concretos y cercanos que no se han resuelto. Cada quien soluciona sus pendientes, se asocian los grupos de poder y, finalmente, los problemas colectivos persisten y amenazan los intereses privados. Ante esto, el modelo contrapuesto al individualismo es la participación social. Hay situaciones en la colonia, grupo sindical o laboral en las que ningún político las solucionará. El acuerdo entre los integrantes de un grupo social es necesario para combatir problemas urgentes en la comunidad, por ejemplo, la escuela pública no logra mayor calidad porque la participación es nula o escasa, los padres de familia esperan que el gobierno lo resuelva todo; hay colonias en donde carecen semanas sin agua potable porque no quieren ponerse de acuerdo entre vecinos. El paternalismo de tantos años ha generado dependencia, sumisión y falta de propuestas ciudadanas. Podríamos decir que estamos partidos por los votos. Es aquí donde se ve la importancia de una formación cívica y ética que favorezca la colaboración, una educación en el diálogo tolerante, en donde los involucrados propongan medidas en beneficio de la comunidad.

 

La participación ciudadana es una de las condiciones indispensables para el desarrollo de un país democrático. Esta es una de las funciones principales de los ciudadanos, quienes pueden y deben emplearlas de diferentes maneras para organizar sus peticiones y demandas frente a las autoridades, siempre y cuando se respeten los derechos de los demás; por esto se requiere que conozcamos los canales que nos permiten relacionarnos con nuestros gobernantes e influir en las decisiones públicas analizando las propuestas de los partidos.

 

Para construir un país democrático es necesario optar por la participación social, en la cual el ciudadano no se cierre en su egoísmo. Necesitamos forjar actitudes y valores que fomenten la sensibilidad y el compromiso hacia las personas más vulnerables rechazando la idea de que esos asuntos no nos incumben. El compromiso ciudadano implica la decisión de ver por los otros dentro de nuestras posibilidades, adoptándolo como elemento integrante de nuestro proyecto de vida; de esta forma se podría lograr el sueño que no traerá el individualismo. Este engaño no ha traído más que vacío y sinsentido. Hay tareas que nadie más que a nosotros mismos nos corresponde hacer.  Somos seres que nos realizamos en la medida en que contribuimos a que los otros realicen sus propios sueños.

 

BIBLIOGRAFÍA:

BAUMAN Zygmunt, The Individualized Society, Polity, Cambridge UK 2005.

SARTORI Giovanni, Homo videns, La sociedad teledirigida, Taurus, México 2001.



[1] BAUMAN  Zygmunt,  The  Individualized Society, Polity, Cambridge UK 2005,  page 99.

[2] SARTORI Giovanni,  Homo videns,  La sociedad teledirigida, Taurus, México  2001,  pp. 111-112.