Civismo y Patriotismo

                                itsurEl civismo es la faceta más visible, más práctica, más palpable, de la forma de pensar y actuar de las personas; diríamos que el civismo es la concreción de los buenos propósitos, las buenas intenciones y los sueños de los ciudadanos, porque la sociedad, la ciudad (civitas) es el espacio concreto e ideal para hacer posible, para hacer realidad los planes y proyectos que están en nuestra mente.

        

   Recuerdo que cuando se enseñaba civismo en la escuela primaria y secundaria, nos enseñaban que el respeto a las personas es lo más noble que podemos entrañar, que la dignidad del hombre y la mujer ( bebé, niño, adolescente, joven, adulto, anciano, es el valor más grande que se puede poseer; sin embargo, la gran incongruencia en nuestros días es que se ha perdido el sentido de la  dignidad de la persona, de la vida humana, de la valoración del sexo de las personas, cayendo en graves aberraciones como la justificación de la prostitución, del aborto, de la eutanasia, de la manipulación genética , etc., que indudablemente son atentados contra la dignidad de las personas.

                Recuerdo cuando en la clase de civismo se nos inculcaba hasta el cansancio que la familia era la base de la sociedad y que estaba constituida por papá, mamá e hijos, y que debíamos luchar por respetar esa estructura, respetar la autoridad de nuestros padres, ser obedientes, promover la hermandad; que los padres deberían dar ejemplo a sus hijos, procurarles cuidado, salud, buena educación, buenas escuelas, que los menores respetaran a sus mayores, que los hijos fueran amables y comedidos, que los hermanos mayores ayudaran a los menores y que todos contribuyeran con su trabajo a la estabilidad económica, afectiva y moral de la familia; pero… parece que estoy soñando o que todo esto ya pasó a la historia, o eso es precisamente: Historia. 

 Las grandes incongruencias en nuestros días con respecto a la familia: el matrimonio, la Familia ya no se toma o se considera como algo sagrado, como algo indisoluble, como algo necesario para garantizar la formación de los hijos ¡No, qué va! parece que ahora,  las familias y/o los matrimonios son desechables, incluso en muchísimos casos los hijos son desechables, al abortarlos, abandonarlos y despreciarlos. La estructura natural y divina de la familia: Papá, Mamá e hijos está siendo desechada al sustituirla por papá, papá e hijos adoptados; o mamá, mamá e hijos adoptados; para luego justificar las tendencias homosexuales como rol social, no como algo natural, porque además, el homosexualismo no es natural, es fruto de conductas sociales. 

                Recuerdo que en  las clases de civismo en la escuela primaria “Vicente Guerrero” de Ciudad Hidalgo, Mich., en la Secundaria “Ignacio Manuel Altamirano”, de los Mochis, Sin., en la clase de civismo que nos impartían la maestra Alicia Escobar, el maestro Rubén Laredo y la maestra Terán, se nos decía que la escuela es el segundo hogar, la segunda casa, el lugar, el espacio creado especialmente para educar, formar, instruir y transmitir valores; que la comunidad educativa de una escuela está formada por los maestros, los alumnos y los padres de familia; y que juntos debían de trabajar para lograr no solo aprender los secretos de la ciencia, sino también a convivir, a respetar, a adquirir buenos hábitos, a venerar a nuestros símbolos patrios y a nuestros héroes.

                También nos enseñaron que los maestros deben ser modelo y ejemplo para sus alumnos, que los padres de familia deben estar al pendiente del aprovechamiento  y conducta de sus hijos  y que deben asistir a las reuniones para organizarse y trabajar por el mejoramiento integral de la escuela. En fin, se nos enseñó que la escuela es el centro de desarrollo cultural de una comunidad, incluso se acuñó una frase que decía: “mejores Escuela, harán de nuestros hijos mejores mexicanos”.

                ¡Qué bonito! ¿Verdad? Pero otra vez volvemos a las incongruencias: Echemos un vistazo a la escuela primaria, secundaria y preparatoria de hoy y constatemos si esto todavía sigue siendo realidad o si nosotros  también ya estamos convencidos de que: ¡Bueno, eso era antes, pero los tiempos han cambiado! Ahora basta con mandar a los hijos a la escuela y los maestros deben encargarse de ellos, deben “hacerse responsables” de ellos, además por eso pagamos impuestos y colegiaturas.

                Recuerdo también con mucha nostalgia cómo mis maestros me enseñaron a respetar los símbolos patrios: la bandera con su significado de los tres colores: el verde, la independencia y la libertad; el blanco, la pureza de nuestros ideales y de la religión católica; el rojo, representando la unión entre todos los mexicanos surgida por la sangre derramada por nuestros héroes.

                Y finalmente el escudo que representa el territorio mexicano en el lago y el nopal, pero sobre todo el águila devorando la serpiente que representa la lucha permanente  entre el bien y el mal, y que todo ello representa la patria, que no es otra cosa que nuestro patrimonio, todo lo que consideramos que es nuestro: familia, instituciones, creencias, idioma, costumbres, tradiciones, constitución, gobierno y territorio nacional. ¿Este significado ya cambió?

                Porque al menos que yo sepa, oficialmente nada ha cambiado y sin embargo ya no se tiene el mismo respeto,  ni por la bandera,ni por el himno nacional, y ahora cualquier irresponsable canta el himno y se equivoca y le quita, le pone, le cambia hasta decir sandeces y no pasa nada; se usa la bandera por un partido político como motivación partidista  y se mutila el escudo por el gobierno en turno, se quita la ética y civismo de la formación de los alumnos y no pasa absolutamente nada… esas son las incongruencias del supuesto patriotismo. Incluso en el mes de la patria se portan sombreros, vestimenta y otros símbolos “muy mexicanos” como el tequila, presumiendo lemas como: “Viva México ca…bezones” ¿Ese es patriotismo?

 

 

                Tengo entendido, por lo que me inculcaron, que el patriotismo es la actitud de defensa de lo que consideramos que es nuestro: persona, familia, religión, territorio, etc. También me enseñaron que la sociedad está compuesta por todas las familias y cada uno de los ciudadanos, y que todos tenemos dentro de la sociedad derechos y obligaciones, es decir, que debemos hacer valer derechos como: la vida, la educación, el trabajo, a formar una familia, a la libre expresión, al libre tránsito, etc., pero que también tenemos la obligación de cumplir con ciertas responsabilidades y respetar las leyes y normas, como por ejemplo: respetar la privacidad de los demás, la vida, la dignidad de las personas, respetar la familia, las reglas de tránsito, mantener limpia la ciudad, las calles, las escuelas, los espacios deportivos y los lugares públicos, cuidar el medio ambiente para evitar su contaminación y deterioro, etc. Pero… ¿qué pasa en la realidad actual?

                Se es incongruente con la sociedad y la comunidad cuando tiramos basura en cualquier parte, no respetamos las normas de tránsito, como el sentido de las calles, los lugares para estacionarse, la velocidad establecida, los pasos de peatones. Somos también incongruentes cuando, a sabiendas de que hay carencia, desperdiciamos el agua, contaminamos los ríos, lagos, lagunas y playas, y provocamos, sin misericordia, incendios en los bosques. Por otra parte matamos animales por pura diversión sin reflexionar que muchos están en peligro de extinción o ya casi extinguidos.

                El civismo y el patriotismo, pues, no son algo teórico, ideal o del pasado, son valores y virtudes que siguen siendo eminentemente prácticas, urgentes y necesarias hoy más que nunca, porque la población es mayor y las necesidades son muchas; de ahí la urgente prioridad de la congruencia, porque si queremos un México mejor; hay que empezar  por nosotros mismos, por nuestras familias y la sociedad concreta en la que vivimos.

                El que trabaja y lucha por participar cívicamente está contribuyendo a la civilización, al incremento de la cultura, es decir a mejorar las condiciones de vida, al desarrollo de su comunidad y, en consecuencia, de nuestro país que es MÉXICO.

                Tomada la reflexión del libro “México país de incongruencias” de mi propia autoría, con algunas modificaciones y publicado por Editorial Progreso, en el año de 2006.

                 

 Por Tarsicio Herrera Vega, Director del ITSUR